Carne roja: ¡cuidado con el peligro!

Rápida y fácil de cocinar, la carne roja se puede añadir a casi todas nuestras comidas. Sin embargo, para no poner en riesgo nuestra salud, no debe aparecer más de dos o tres veces por semana en nuestros menús.
500 g de carne roja máximo por semana. Esta es la cantidad que no debe excederse para reducir el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular o cáncer.
Un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer
Según varios estudios, el consumo de carnes rojas aumenta el riesgo de cáncer de colon en un 24% y los de esófago, hígado, páncreas o pulmón en un 20 a 60%.
Entre los cánceres y las enfermedades cardiovasculares, el riesgo general de los grandes consumidores de carne roja de ser víctimas de una de estas enfermedades aumenta en un 31% para los hombres y en un 36% para las mujeres.
Los embutidos también están preocupados: según un estudio reciente, una ración diaria de entre 50 y 80 g aumenta el riesgo de muerte en un 9%, en un 21% para una ración de entre 80 y 160 g. Hoy en día, la mayoría de los científicos están de acuerdo en que se podrían evitar miles de muertes prematuras si las personas comieran menos carnes rojas y carnes procesadas.
Grasas saturadas y carnitina en carnes rojas
Los científicos explican parcialmente el peligro de comer demasiada carne roja por el hecho de que contiene grandes cantidades de grasas saturadas. Al promover el exceso de colesterol en la sangre, las grasas saturadas conducen a la formación de placas ateroscleróticas que provocan accidentes cardiovasculares.
Segundo factor de riesgo importante: los hidrocarburos aromáticos policíclicos, sustancias altamente cancerígenas, generadas durante la cocción a alta temperatura. El consumo regular de más de 150 g al día de carne cocinada a la barbacoa, frita a fuego alto o asada a la parrilla favorecería así el desarrollo del cáncer.
Finalmente, más recientemente, un estudio implica a la carnitina contenida en la carne. Esta molécula se transforma en óxido de trimetilamina (TMAO), un compuesto que modifica el metabolismo del colesterol y favorece el depósito de colesterol en las arterias, por lo tanto la formación de placas ateroscleróticas.
Carne blanca versus carne roja
Buenas noticias para los amantes de la carne blanca: no todas las carnes se pueden poner en la misma cesta. Aunque los científicos aún no son capaces de explicarlo, la carne blanca podría, a diferencia de la roja, ejercer un efecto protector.
De hecho, según un estudio comparativo, parece que los consumidores de carne blanca están menos expuestos al cáncer y las enfermedades cardiovasculares que los comedores de carne roja y, lo que es más sorprendente, que aquellos que consumen muy poca o nada de carne. Por ello, se recomienda favorecer las carnes blancas (no a la parrilla) como el conejo, el pavo, la ternera o el pollo.