Comer demasiado rápido: el mal hábito en la mesa que aumenta el riesgo de ictus

Un estudio japonés explica que las personas que comen más rápido que los demás tienen un mayor riesgo de desarrollar síndrome metabólico, el principal factor de enfermedades cardiovasculares como el accidente cerebrovascular.
Si está acostumbrado a devorar su comida en minutos, los resultados de este estudio deberían convencerlo de que disminuya la velocidad. Un estudio realizado por investigadores japoneses de la Universidad de Hiroshima acaba de demostrar que las personas que comen demasiado rápido se encuentran entre las que más desarrollan síndrome metabólico, lo que no solo provoca un aumento de peso significativo, sino que también representa un factor de riesgo importante en el desencadenamiento de enfermedades cardiovasculares.
Un riesgo de un coágulo en el corazón o en el cerebro
Para llegar a este descubrimiento, los investigadores estudiaron los casos de 642 hombres y 441 mujeres con una edad promedio de 51 años entre 2008 y 2013. Al inicio del estudio, ninguno de los voluntarios tenía síndrome metabólico. Todos fueron divididos en tres grupos: los que comen despacio, los que comen normalmente y los que comen rápido. Resultado: el 11,6% de las personas que comen rápidamente desarrollaron síndrome metabólico frente al 6,5% de las que comen normalmente y el 2,3% de las más lentas. “Cuando las personas comen demasiado rápido, no se sienten llenas y tienden a comer más. Esto también crea fluctuaciones que conducen a la resistencia a la insulina”, dice el cardiólogo Takayuki Yamaji, participante del estudio.
El síndrome metabólico es un conjunto de trastornos que, al repercutir en el organismo, favorece la aparición de determinadas patologías crónicas como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares (infarto, ictus, etc.). Según el estudio Interheart realizado en 52 países (1), es el tercer factor de riesgo de enfermedad cardiovascular (detrás del tabaquismo y los niveles anormales de colesterol). Como nos explica el Dr. Boris Hansel, endocrinólogo: “La gran barriga puede ocultar una procesión de alteraciones que afectan al organismo. Estas pueden acelerar la formación de placas grasas en las arterias. […] Luego, a fuerza de incrustarse, impide la libre circulación de la sangre y el oxígeno necesarios para los órganos.” Resultado: se puede formar un coágulo en el corazón o en el cerebro, es un infarto o un derrame cerebral.