Estrés, depresión: ¿y si nos faltara vitamina D?

El estrés, la depresión y la fatiga tienen prioridad sobre nuestra moral y nuestro tono. ¿Qué pasaría si no fueran solo las temperaturas sino los largos días sin sol los que pusieran nuestros niveles de vitamina D en su punto más bajo?
La vitamina D es tanto una vitamina esencial como una prohormona. Vital para huesos y dientes sanos, juega un papel en el metabolismo del calcio aumentando su capacidad de absorción intestinal. A diferencia de otras vitaminas, la vitamina D no es tan fácil de obtener. Es importante prestar especial atención a la alimentación para tener el aporte necesario y evitar carencias de vitamina D.
Estrés y depresión
El estrés puede ser la causa de factores externos (ambiente, cambio de situación, presión social y profesional) ¡pero también biológicos! Una dieta desequilibrada y la falta de vitaminas, especialmente vitamina D, pueden causar estrés. Un estudio publicado en la revista Nutrients muestra que las mujeres con deficiencia de vitamina D tienen el doble de probabilidades de estar sujetas a altos niveles de estrés en comparación con las mujeres que no la tienen. Las mujeres tienen más probabilidades de carecer de vitamina D que los hombres y también están más estresadas. Por lo tanto, deben prestar más atención a sus niveles de vitamina D. Varios estudios también han establecido un vínculo entre la deficiencia de vitamina D y el riesgo de depresión. Un estudio publicado en el British Journal of Psychiatry muestra que las personas con niveles bajos de vitamina D tienen el doble de probabilidades de sufrir depresión. Otro estudio publicado en el Journal of Internal Medicine mostró que la falta de luz solar podría incluso disminuir la esperanza de vida de la misma manera que fumar cigarrillos.
Fatiga y dolores de cabeza
Un estudio reciente observó que los sujetos con los niveles más bajos de vitamina D eran más propensos a los dolores de cabeza. La falta de vitamina D también puede provocar fatiga, debilidad muscular, a veces piel seca y calambres. Todos estos síntomas reflejan la acción de la vitamina D pero para tener la certeza de ser deficiente en vitamina D es necesario realizar análisis biológicos.
¿Dónde encontrar vitamina D?
Sabiendo que el sol cubre del 80 al 90% de nuestras necesidades de vitamina D, la OMS recomienda una exposición de 5 a 15 minutos, 2 a 3 veces por semana durante los meses de verano. Estamos más expuestos a las primeras horas del día. Esta exposición es suficiente para mantener concentraciones satisfactorias de vitamina D. El pescado azul (arenque, salmón, sardinas, caballa) y la espirulina también son ricos en vitamina D, pero la mejor fuente es bien conocida: ¡el aceite de hígado de bacalao!